jueves, 10 de mayo de 2012

Arde la flor

El sueño, tras el sueño
se funde en agua,
fría en la luz y en el cuenco de las manos.

Tal vez un deseo queda,
guardado bajo los besos de tu hija
bajo las ruedas de la bicicleta y de la mañana.

Tal vez un deseo queda,
sosegado en las aguas quietas,
en el calor de mayo en tu frente.

La calle tan humana, envuelta en prisas,
la utilidad de cada paso,
el roce de la duración en tu pecho
sobre el puente de Isabel.
Vuelves a cerrar los ojos.


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