Blanco sucio
se tienden atados de alambre los inviernos
jirones nemorosos dispuestos al viento
huesos heridos tras la contienda
a la rabiosa entrega
de los días.
dáctil dulzura
pandemia que puebla perdida
al hambre arrastrado bajo plásticos.
La mañana brota roja y manchada
trepa la luz azarada entre sombras
diamantes los viveros
prenden tus ojos
al tajo de la tierra
hembra marcada por el sudor
moreno y tajante
pero revuelta a cuchilla por la usura.
Amanda y mal vives
atigrado y sin palabra
curtido en el rayo
por el abandono azotado
aceite en los campos de dalías,
térreo ejido llénale de pan amoroso
clava en ese nuevo hombre
la generosa huella de tu alma.
En calor envuelta
la flor sedienta
fructifica tallada en agua,
cerca, quebrada de marinas alas
la Sierra de Gádor
sostiene la cúpula celeste
con hombros que se unieron al profundo mar;
y nevados se pierden entre nubes
los pájaros que lloran en primavera.
Consuelas la distancia con la música que llevas dentro
sosteniendo el lazo
esperanzado de tu vida.
Reza el Fruto
alumbrada la tierra,
canta tu voz lejana
bajo la herida del plástico
hombre de los invernaderos,
clame tu amor inmenso
de mundo estremecido,
sea iluminado en tu garganta misterio,
entrelazadas las manos
para anudado volcán ascético lo negro.
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